23.07.2014

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Capítulo 3. La solución II

Os recuerdo que ayer nos quedamos mis restos de melocotón, mi ‘algo’ clavado en la garganta y yo sentados en un sillón de urgencias del Gregorio Marañón. Con una doctora que -pese a su buena voluntad y sus 5 intentos- era incapaz de sacarlo, otros dos tíos mirando y mi lengua dándose de sí de tanto tirón.

No quedó más remedio que pedir refuerzos. Así es que la residente cogió el teléfono y dijo a alguien al otro lado que estaba en quirofanito con un cuerpo extraño ¡! Coño, que no tendré un tipazo, pero eso de cuerpo extraño me parece pasarse, no? Afortunadamente el reclamo sirvió para que apareciera allí un señor con bata blanca y cara de ser el jefe de todos ellos que al segundo intento me lo sacó…  el cuerpo extraño… lo que tenía clavado y tanto me había amargado….

¡Un pellejo de tomate!
¡¡Apaga y vámonos!!

El otorrino dice que es el primer caso que él conozca y que casi supero en original a un señor al que le extrajo un pelo de su propio bigote que también se le había clavado.. Me dice el buen doctor que puedo reclamar por daños, pero como el gazpacho lo hizo mi madre, me da un poco de apuro sacar una indemnización del patrimonio familiar, no?

Total, que del extraño caso de la piel de tomate asesina hemos concluido que los vegetales son más dañinos que el cerdo, así es que a partir de ahora, todas las noches ceno torreznos. Total, como el cuerpo extraño ya lo tengo…

Miércoles. Buenos días!

Pellejo Tomate Asesino

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