centro
18.12.2015
A mí me ha pasado ya otras veces porque ya sabéis lo fácilmente que me instalo en la parra, pero creo que esta vez el mal se extiende: llegan las Navidades y no hay quien se concentre.
Entre el tiempo primaveral, el estreno de La Guerra de las Galaxias y la campaña electoral, no parece Navidad ni ná de ná. Parece que no procede felicitar las fiestas porque tenemos la cabeza, los whatsapp y las noticias a otra cosa mariposa… Ayer me llegó la postal de unos amigos que todos los años tienen la deferencia de usar el correo tradicional para transmitirme sus buenos deseos y me extrañó encontrarme su felicitación en el buzón!!
Es verdad que en el centro no hay dudas existenciales de esas: el adviento se deja notar en la densidad de población por metro cuadrado de acera, llegando a cotas de hasta diez personas por baldosín. Todos, por supuesto, viendo las luces, comprando en el Primark, aguantando la cola de Doña Manolita y haciendo fotos absurdas al Museo del Jamón.
Pero la cosa desentona porque a 18 de diciembre seguimos echando las cañas en terrazas sin estufas y la nieve sobre la cuál ese repartidor de Coca-Cola apodado “Santa” desliza su trineo es tan irreal que los muñecos de las tarjetas se están quedando en un charco y una zanahoria.
Y eso que las fieles seguidoras de la moda se empeñan en calzarse abrigos y chalecos de pelo despeluchados que recuerdan sospechosamente a un Chewbacca teñido y despellejado, como si también él participara en la campaña electoral…
Lo que os decía, con este panorama, no hay quien se embriague de espíritu navideño ni se centre en la Navidad, que bastante belén se ha montado ya. A ver si para el lunes cambia el plan.
Viernes. Disfrutad del fin de semana (si se tercia) y buenos días!
28.01.2015
Ni relojes, ni cafés, ni películas. Los que han triunfado con la peculiar decoración publicitaria de mi túnel de vestuario particular (el ya famoso en estos pagos de la salida de metro Sol a la Mallorquina) son sin lugar a dudas los que anuncian el reciclado. En las paredes y el techo no tanto, que los han forrado de color amarillo pollo (pollo escaldado) con profusión de austeros mensajes en negro en los que anuncian las virtudes de utilizar los contenedores de colorines; pero en el suelo se han salido: lo han tapizado de césped mullido.
Desgraciadamente no es real, es un vinilo que asemeja una tupida alfombra de hierba; pero resulta tan inesperado y tan creíble que a un tris estuve ayer de descalzarme. Y creo que no soy la única; a juzgar por las caras de la gente, cualquier día los de seguridad van a tener que desalojar a los universitarios que vayan allí a tumbarse y repasar o a las familias que decidan organizar un picnic en ese lugar…
Una pena que el esfuerzo sea fútil para los lugareños, a los que reciclar no nos cuesta “dos segundos” como dicen los mensajes, si no “dos pares”… dos pares de intenciones porque los contenedores de colores no deben quedar bonitos en las calles turistables y, por tanto, tenemos pocos y a trasmano. Que digo yo que lo de las bicis está muy bien pero, además, podrían instalar en la acera contenedores subterráneos -que esos sí que son para siempre- para darnos a los vecinos la oportunidad de contribuir a la salud medioambiental de nuestra ciudad… Miércoles. Buenos días!!