vacaciones
21.03.2016
Este fin de semana ha sido mágico.
Dicho así, parece que me haya fugado a Capri con un dios vikingo; pero nada más lejos de la realidad. Me refiero a magia literal.
Casualidades de la vida, el viernes estuve en un espectáculo teatral de magia y el sábado en un bar donde un mago hacía trucos de mesa en mesa. Pero la gracia no ha sido esa; porque la magia puede esconderse en cada oscuro rincón de nuestra propia casa…
Véase el susto que me llevé cuando abro un ojo el sábado y, entre las tinieblas del sueño, se me aparece un mandril. Un mono con profunda cara de odio mirando al acecho desde lo alto de la mesilla… Al principio pensé que estaba soñando y me relajé; pero parpadeo y ahí sigue ¡Joder! Que es él. El mono asesino. El virulento azote de las durmientes ¡! Tuve que levantarme y atizarle varias veces hasta que averigüé que no había tal bicho si no un sombrero que yo misma había dejado ahí por la noche y que tiene tres pompones peludos que imitan -legañas mediante- a tan infausto ser ¡¡!!
Pero no queda ahí la cosa. Esa misma tarde, fui testigo de otro truco a nivel del mismísimo Houdini: el de desaparecer… Levanto la persiana para ventilar y veo -sorprendida y algo asqueada- un cadáver en el centro del patio. Una cucaracha marrón gigante panza arriba. Pero bueno, muerta estaba al fin y al cabo (pensé). Lo gracioso es que cuando un par de horas después salgo, el cadáver había desaparecido ¡¿mande?! Ya sé que con Cucal nacen, se reproducen, mueren y desaparecen… pero nunca pensé que lo hicieran a esa velocidad!
Total, que ahí tenéis el resumen de mi fin de semana mágico, anticipo probablemente del escapismo propio de estos días en los que todos los que podemos huimos o huiremos de las ciudades (excepto los sevillanos, angelitos, que tienen que quedarse a llorar por la tele si les llueve). Si es vuestro caso, que disfrutéis la escapada. Feliz lunes y felices mini vacaciones. Buenos días!!
22.12.2015
Tengo la manía de ver sólo un telediario al día. Por la mañana, para salir de la cama, suenan un par de alarmas y se encienden la cafetera y la tele con el volumen un poco fuerte; así -entre el olor a café y a noticias- me es más fácil volver del mundo de los sueños al de los currantes de lunes a viernes.
Por tanto, el noticiario que suelo ver es el mañanero de TVE 1 que dura 30 minutos, no incluye sucesos, y repiten íntegro dos o tres veces. Conozco su estructura de memoria (cabecera, nacional, internacional, el tiempo, deportes y variedades) además de la duración aproximada de cada bloque. Por eso esta mañana me he dado cuenta de que, efectivamente, hoy empieza la Navidad o al menos las vacaciones han llegado a las redacciones…
Para empezar, he tenido que mudarme al canal 24h porque en la Uno estaban en el especial adoración al bombo y para seguir porque le deben de haber dado vacaciones a media plantilla y todo el contenido del informativo se ha reducido a: 30 segundos de la frase de turno de cada líder político sobre los gobiernos futuros, 30 segundos del rifi-rafe en la cumbre del Mercosur, 19 minutos de topicazos sobre los previos al Sorteo de la Lotería, 8 minutitos de información deportiva (que esos periodistas no se deben ir de vacaciones por más que los equipos les inviten a comidas de Prensa) y 2 minutos del nuevo video-clip de Bloc Party. ¡¡Ole con las noticias!! ¡Vivan las fiestas!
Vamos, que entre la tele, el calendario que lleva hoy en la frente un copo de nieve y que me he cruzado esta mañana varios pastorcitos y algún ángel de unos 70 centímetros puesto de pie, el problema de descentramiento que os comentaba el viernes ha empezado a desaparecer. Justo ahora que el culebrón postelectoral se pone interesante! En fin, no me quejaré, que estoy segura de que nos vamos a cansar de hablar de pactos cuando pasen los Reyes. Me callo y digo lo que repetía a modo ensayo el pastorcito “¡Vaya, qué frío hace!”
Martes. Invierno. El gordo. Los premios, los pactos, los bombos, los hiatos y los diptongos están en el aire. Ya queda poco… Buenos días!
04.09.2015
Por lo visto, estando yo de vacaciones, se me ha instalado una inquilina en casa… Como podréis imaginar, tiene más de dos patas y pertenece a una especie aborrecible: las cucarachas.
Nunca he sido ni maniática ni miedosa por lo que a tal bicho respecta; como son más pequeñas que yo, no me siento intimidada por ellas, ni me acabo de creer tanta leyenda urbana que por ahí se cuenta: que si son alienígenas, que si sobrevivirán al ser humano, que su diseño anatómico es perfecto (siendo, como son, tan feas), que acabaron con los dinosaurios, que si están psíquicamente conectadas a la Empresa Municipal de la Vivienda…
Pero no me caen -a diferencia de las arañas- nada simpáticas y, por supuesto, no estoy dispuesta a compartir vivienda con ninguna de ellas. Así es que cuando me he cruzado a alguna, no he dudado en coger la zapatilla y ponerla mirando más allá de Cuenca.
Por eso cuando el otro día mi visión periférica captó un movimiento rastrero inesperado por la izquierda, pegué un respingo y activé el modo depredador de la pradera…
Lo curioso es cómo se desarrollaron los acontecimientos que ahora revivo a cámara lenta: la detecto por el rabillo del ojo, giro la cabeza, ella siente mi mirada en su nuca se para y se da la vuelta, nos miramos sin movernos durante una décima de segundo y comienza la carrera; ella por buscar cobijo, yo buscando un buen zapato con que aplastarle la cabeza. En estas que del puro nervio que invadió sus patas, se resbala en la tarima, tropieza y queda panza arriba pataleando y expuesta a mi suela. Y ahorrándonos los detalles de tripas despanzurradas en la madera, os diré que ganó la suela.
Pero observad como, la muy puñetera, casi logra apelar a mi compasión y que me apiadara de ella. A lo tonto a lo tonto, ha logrado apropiarse del artículo de hoy y que su historia trascienda. Al final van a ser verdad las leyendas!!
Buenos días
07.08.2015
Con agosto ya entretejido en nuestros pliegues y siendo viernes, toca echar el cierre. El momento del kit-kat veraniego. El descanso dominical elevado a la categoría de estival… Las vacaciones, leñe, las vacaciones!!
Que no digo yo que me la merezca más que los demás, pero cada mañana que he cogido el metro esta semana he tenido la impresión de que era la única de los presentes que iba a trabajar (bueno, y el maquinista). Al resto de viajeros les veo cara de fiesta; de acabar de llegar, de estar a punto de partir… de no pertenecer del todo a la realidad de la ciudad.
Pero no me voy a quejar, que siempre he considerado que el período prevacacional tiene su propio encanto; una desconexión gradual de la rutina que forma parte de la mística del verano en la que se te va haciendo la boca agua ante la inminencia de la escapada. Una nochevieja larga para los que no nos regimos por el calendario gregoriano si no por el escolar, a la vuelta de la cual el nuevo año nunca sabe una qué traerá… Pero la incertidumbre también forma parte de la vida, así es que lo diré resumido tal y como lo aprendí hace unos cuantos años ya: Insha’Allah
Espero que vuestras vacaciones (y su pre- y su post-) sean todo lo que esperáis de ellas y más. Y que tengamos mucho que compartir a la vuelta. En septiembre, como dijimos, porrón y cuenta nueva!!!
Muchos buenos días.
24.07.2015
Lo que más se lleva esta temporada veraniega no son -en contra de las apariencias- los kimonos ni el color amarillo; ni los kimonos amarillos siquiera. Lo que de verdad se lleva son las maletas. Fijaos bien. Hay montones de personas que van con ellas.
Se llevan maletas grandes, pequeñas (más éstas), maletas rojas, azules o negras. Pero hoy por hoy, todas con ruedas. Maleta en ristre como complemento de belleza. Maletas que se hacen con tanta ilusión como pereza. Contenedores de los cuatro conceptos básicos de nuestra despensa. Prueba material del rodaje de nuestra existencia. Maletas vacías bajo la cama y llenas llenando las aceras, los andenes y las bodegas de carga que cargan con ellas.
Maletas de ejecutivos que llevan trajes y no han olido otra prenda. Maletas de niños que no pueden con ella. Maletas de turistas que no conocen las consignas y consignas con maletas perdidas de las que nadie se acuerda. Maletas que se multiplican en vacaciones partidas que hacen más que una entera. Maletas trágicas que quedan en las cunetas.
Maletas con asa y yo asada tirando de una de ellas… Me he pasado la vida pegada a una maleta. Recuerdo con cariño la primera: de cuero rojo, muy muy pequeña. Y tengo ante mis narices la enésima, que nunca espero sea la última, porque jodido es el viaje que se hace sin ella.
He cargado con tanto equipaje, he mareado tantas prendas, que no entiendo por qué si me pongo unos patines el equipaje no me lleva. Podría exigir la tarjeta Premium de porteadora de maletas. Pero por ahora me conformaré con esta meta: la de lanzar un viernes cualquiera una
«Oda a la maleta».
Buenos días y, si la habéis hecho, buen viaje.
12.01.2015
La mística no está sólo en los templos, ni en los paisajes abiertos, ni en la quietud del agua de un estanque; a veces la mística está en movimiento (como la ídem de X-Men): la mística de viajar. Verbigracia, escapar de Madrid un lunes al amanecer te da dos bofetones místicos muy de considerar.
Lo que era noche se va partiendo al fondo en una sinfonía marciana de cielos naranjas; las luces del extrarradio dibujan el mapa estelar y las farolas, en vez de iluminar, esconden la vulgaridad de un polígono al azar. Pero el paisaje no deja de cambiar; la luz del sol que -por custodia compartida- había estado calentando otras latitudes, aprieta por debajo de la línea del horizonte y va recortando siluetas en los jirones de la ciudad que vas dejando atrás. Y cada minuto, amanece un poco más, que eso de alumbrar un día nuevo requiere de su tiempo y de su técnica. Los naranjas del horizonte destellan en violeta antes de ceder al azul y la carretera empieza a asentarse entre lomas peladas y naturalezas muertas de las que sólo habitan en la autovía. La mañana le está ganando el pulso a la nocturnidad y va matando sin tortura la bisexualidad del amanecer de un Madrid que nunca duerme pero sabe despertar.
Y yo, que ya he visto el espectáculo programado para este día ya no puedo centrar la mirada ni la conciencia en el móvil que recoge estas palabras. Los rayos caen sobre mis pestañas y los ojos se me cierran, se cierran, se cierran. Voy a dormir ya. Buenos días!
(P.D.- El texto, por cierto, es tan verídico como tramposo: está escrito un lunes -eso es cierto- pero no exactamente hoy, si no hace dos semanas, cuando las vacaciones estaban en el futuro inmediato y no en el recuerdo…)
19.12.2014
Me he estado resistiendo como una jabata por aquello de no anticipar fechas en el calendario (que no nos patrocina El Corte Inglés), pero viernes y 19 de diciembre… empieza a resultar innegable.
Seguro que algo ya sabéis; luces de colores en las calles, turrones en el súper, gente cargada de paquetes, mensajes que incluyen un Papá Noel… No es un complot ni el primer capítulo de cualquier temporada de Doctor Who (que si esto fuera Londres, podría ser). Solo es que ¡han llegado las Navidades!
Y aunque son fechas controvertidas que unos aborrecen y otros adoran, a todos nos toca pasarlas, así es que lo más sensato es hacerlo de la mejor forma posible. Que no digo que tengáis que colocaros un gorro ridículo y hacer el canelo por calle, ni dedicaros a sacarle brillo a la tarjeta en compras interminables, pero sí se puede uno dejar embargar por la estética más cuidada de estos días y por ese sentimiento de acercarse a los que se quiere, que no hay males cuando el polvorón viene…
En cualquier caso, es época de tomarse unas vacaciones y, aprovechando que este año aún quedan rayos de sol con los que regocijarse, este gato va a tumbarse panza arriba al menos un par de semanas. Espero que encontréis también vosotros vuestro descanso, vuestro rayo de sol y vuestros placeres.
Buenos días, feliz viernes y que paséis unas Fiestas memorables.
- 1
- 2
- 3
- Siguiente →