luz

16.03.2015

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Los domingos son ese día del fin de semana que uno no peca de lujuria ni de gula (bueno, de gula sí algunas veces) ni se peca de pereza como otros días laborables; son del días de pecar de inocente… Uno sale tempranito y se cree, inocentemente, que -mientras la luz acompañe- no hay peligro de perder el temple. Es más, aún se cree -cuando las farolas se encienden- que todavía puede plantarse en casa indemne…

Zasca! Ahí está el pecar de inocente. Porque, en realidad, salir los domingos de día es lo mismito que los sábados de noche con el agravante de que a la vuelta del despertador lo que aparece es el lunes y el volver a rendir como un ciudadano decente.

Aún así -como la inocencia es conmovedora cuando eres infante y rejuvenecedora cuando ya no lo eres- me encanta salir los domingos. Dominguear. Pasar la mañana recorriendo callejas a la caza y captura de ese bar donde el pincho va más allá de una patata frita o una aceituna y la tarde (en espera de que vuelva el tiempo de terrazas), buscando ese otro bar en el que la música te levante el ánimo y la sonrisa. Aunque tantas veces terminemos como Las Grecas, dándolo todo por Raphael o Rafaella. Que cualquier domingo de los que te estoy amando locamente, no sé cómo te voy a decir que puede ser mi gran noche; porque sin duda, es fantástica fantástica esta fiesta!!

Lastima que sea lunes ya. Buenos días!

03.11.2014

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Uno tiene que adaptarse al medio para subsistir. Impepinablemente. Sí o sí. Está en el capítulo uno del manual de supervivencia. Y esto es aplicable, además, para cualquier medio: el laboral, el sentimental, incluso el doméstico.

 

Esto es, por ejemplo: mi casa es maravillosa pero no anda sobrada de luz y seguimos con las repetidamente comentadas obras vecinales, ergo de momento, no puedo tener plantas naturales. Pero mi espíritu primaveral me las reclama y, como me adapto al medio, hace tiempo me compré dos macetas maravillosas con sus hojas y sus flores pero de hierro, que esas no se me secan ni se me mueren. Problema resuelto.

 

Los animales: muy bonitos, muy entrañables, dan mucha compañía y consuelo… pero suponen unas atenciones constantes que no estoy dispuesta a prodigar. Luego, aplicando la teoría de la adaptación al medio, lo que ahora tengo son dos pececitos gigantes en el salón y una cebra rumiante en mi habitación. Todo ello en forma de vinilos autoadhesivos que, como máximo mantenimiento, precisan de quitarles el polvo un par de veces al año. Y otro problema menos!

 

Que digo yo que si ahora a los chavales les enseñan ‘conocimiento del medio’ les explicarán algo de todo esto…. Si no, me ofrezco a echarles una mano, que a veces me adapto tanto tanto, que el medio se me hace entero. Como el lunes, que de tan entero, se me hace eterno.

Noviembre en el calendario y en el cambiante tiempo…Habrá que adaptarse a ello.  Buenos días!

18.09.2014

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Después de pasarme un año protestando porque -desde que me pusieron los andamios en el patio de casa- lo veía todo negro, ahora Dios me ha castigado, porque lo tengo todo blanco. Pero blanco, blanco de solemnidad.

 

Por fin están quitando los dichosos palotes de hierro pero, como están enfoscando la pared con yeso, el patio se ha convertido en una nube de polvo blanco y espeso que lo cubre todo. El domingo de hecho, que la polvareda se había asentado, pensé que había nevado. Con eso lo digo todo.

 

La verdad es que me alegro tanto de volver a ver la luz natural en casa, que estoy dispuesta a pagar ese peaje. Total, con no vestirme de colores oscuros y lavarme el pelo cada diez minutos lo tengo solucionado. Lo peor son las fosas nasales, que las tengo más secas que Atacama. Bueno, y los muebles, que no hay plumero que los tenga limpios. Y la comida, que no puedo dejar ni los ajos fuera. Y los ojos, que me pican todo el rato….

 

Guuuaaaaaaa…. Vamos que estoy hasta el mismísimo moño (con c) de la ruta (con p) obra, del pierda (con m) polvo y de los carbones (con br) de los albañiles, que parece que disfrutan poniéndome a mí todos los obstáculos!!!

 

Jueves y, a ratos, llueve. Buenos días!

30.07.2014

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Está claro que para saber apreciar lo bueno de la vida hay que pasar también malos tragos… después de un estupendo fin de semana, el lunes me tocó el gajo amargo de la mandarina: se me ha averiado el coche.

 

Seis y media de la tarde, calor sofocante y tráfico endiablado en la M30. Ya llevaba toda la tarde mosca porque lo notaba raro raro, pues ¡zasca! Luz chunga que parpadea. Y aquí opera el mismo código de colores que en la naturaleza (donde las ranas brillantes son venenosas): si una luz se enciende es malo, si además parpadea es malísimo ¡Joder, joder! ¿Qué hago? Aquí desde luego no paro!! Pues nada, a consultar el folleto de instrucciones del coche, mientras enciendo los intermitentes y cruzo cinco carriles acelerando a golpecitos y soltando para que la luz no se cabree… Para colmo, me traje de recuerdo del fin de semana una afonía monumental y no me salía ni gota de voz del cuerpo, por lo que no podía llamar por teléfono ¡! Arrrrgggg ¡! Así no se puede.

 

Me avergüenza un poco decirlo pero, al final, montada en un autobús camino de casa, lloré. De impotencia, de dependencia y de mala leche. Pero razón tiene mi madre, esas lágrimas ofenden: no me ha pasado nada, la salud es lo importante y, lo demás, ya lo capearé. Sobretodo porque tengo ángeles de la guardia que me protegen, me ayudan, me escuchan… y hasta me prestan un coche. Así sí que se puede.

 

Y con las de cal y las de arena, ayer me salté el martes así es que hoy os doy los buenos días dos veces. Buenos buenos días de miércoles!!

14.07.2014

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Algo tiene la luna llena.
Luz.
Magia.
Encanto.
Un rostro.

La de este fin de semana me ha trasladado de Burgos a Arizona (baby) al doblar una curva de la carretera. Curioso, pero cierto. De esto que vas tú tan tranquila comentando cómo han crecido en 15 días los girasoles cuando aparece al fondo una luna gigante saliendo por el gran cañón… Frenazo y foto, por supuesto. Aunque el objetivo sea muy pobre recogiendo la mística del momento.

Y no puedo asegurar que nuestro satélite despierte a los hombres lobo porque no lo he visto (que más quisiera yo que ver a Lobezno, aunque fuera de refilón), pero sí que me ha dado lo que toda princesa desea ¿Dejar de presentar el telediario? ¡No! Un sapo. Uno bien lustroso puesto como por ensalmo en medio del camino ¿Para guisarlo? ¡No! Para besarlo. Porque es bien sabido que cuando vuelcas en un sapo todo tu amor se rompe el encantamiento y se convierte en un macizorro encantador. Sorprendente, pero cierto. Lo malo es que éste ha sido mi primer sapo, me pilló desentrenada y se me escapó: yo me lancé con los labios por delante en postura ‘boquita de piñón’ y creo que se asustó… Lo bueno es que ahora estoy segura de que los sapos existen (no como Teruel, que no me consta) y sólo tengo que pulir mi técnica para besuquearlos.

Y es que cuando la luz plata de la luna baña el mundo, la noche se ve mejor; tiene menos ciencia y más ficción, el corazón aúlla pidiendo cuentos en los que el sapo sea más guapo y cariñoso y el final feliz se alcance en el preciso instante en que te sientes como una princesa en el gran cañón… con un girasol.

Lunes capicúa y semana nueva de sol lleno. Qué alegría! Buenos días!!

Burgos Arizona luna llena

02.07.2014

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0:22 de un lunes y la estación de metro desierta. Nada. Nadie. Ni un alma. Es una de esas modernas, con asépticos paneles lacados que son incapaces de asustar y, sin embargo, no te da ninguna confianza. Es absurdo, no se conocen casos de nadie atacado por un fluorescente -aunque parpadee- pero, cada vez que la luz tiembla, tú tiemblas un poco más. No es frío, es… un ligero malestar. La inquietud que se nutre del silencio y la soledad. Aunque el silencio, si te paras a escucharlo, no es tal: cruje la catenaria, crepita la estática y, al fondo del túnel, parece que algo se escucha ¿gritos lejanos? No, que va. El freno de alguna máquina y tu imaginación desbocada. Qué tontería; me vuelvo a sentar. ¡Por Dios! ¿No viene ya? Lo único que viene son nuevos ruidos desconcertantes de allí donde las vías se funden con las tinieblas. ¡Joder! Si sigo estimulando el miedo me voy a asustar de verdad… El fluorescente con dudas opta definitivamente por apagarse y notas como la oscuridad que deja se desliza por tu espalda, como si hubiera descubierto el flanco que te falla. Es mejor moverse, caminar. Andén arriba, andén abajo; en cada vuelta un sobresalto: esperas encontrar algo detrás. Por fin sale viento del túnel, parece que el metro llega ya… Menos mal! Qué alegría!! En 20 minutos en casa y me río de mi propia susceptibilidad. Pero el convoy no trae la seguridad que ansías; abre sus puertas ante ti como quien abre sus fauces. Una boca. Con una ligera sonrisa. Y dentro, el desierto que se extiende hasta donde te llega la vista: asientos vacíos y más fluorescentes deseando parpadear. Un paso, otro; estás dentro. Las puertas se cierran.

 

 

Te vas.

 

 

¿Es miércoles ya? Buenos días.

 

Metro Madrid desierto

28.01.2014

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Seguro que ya lo sabía pero lo había olvidado, igual que no logro recordar cómo era la antigua estación de Atocha antes del microclima tropical, o cómo quedábamos antes de que Dios inventara el teléfono móvil. Hablo esta vez de las bombillas clásicas, de las de antes. En mi casa sólo hay led o de las de bajo consumo pero el otro día, que curiosamente anochecí bajo lámpara ajena en la furtiva observación de una con filamento, me quedé maravillada de su efecto óptico: a poco que la mirara veía al parpadear una bandada de gaviotas luminiscentes revoloteando por el techo y las paredes. Soy consciente de que los nuevos elementos de iluminación son mucho más eficientes, y de que quizá no sean muy saludables para los ojos esos experimentos, pero hay circunstancias en las que los pájaros, aunque sean ecos del wolframio, es mucho mejor tenerlos anclados en la retina en lugar de libres en la cabeza emitiendo destellos de algunas luces que nunca han encendido bien.

Y no cuento más, que me ampara la ley de la UE que dice que el 28 de enero celebramos el Día Europeo de la Protección de Datos (esa a la que con más frecuencia me debería acoger).

Martes; proteged vuestros pájaros por si los datos no vuelan bien ¿o era al revés? Buenos días!!

23.10.2013

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Que caiga agua del cielo es un hecho objetivo: se llama lluvia. Cómo percibimos cada uno ese estado meteorológico entra ya en el pantanoso terreno de lo subjetivo; porque reconozco que no siempre soy capaz de sonreírle a un día gris (como les gustaría a las chicas de HandMadeMania Decor), a veces recibo la lluvia como higiénico maná del cielo, otras la encaro con descaro y otras dejo que me espachurre como a una lechuga recién brotada… ¡Qué le vamos a hacer! Será, quizá, según tenga los fotorreceptores (concepto que nunca le agradeceré lo suficiente a Bruja Avería); esas células especializadas de nuestro organismo que convierten la luz en impulsos nerviosos a las que, si una es lista, puede echarle la culpa de casi todo, como a los biorritmos: de llegar tarde, de no pillar el chiste, de tener un despiste… Estoy convencida de que los míos han aprendido a hacer fototransducciones de mis fantasías y me lanzan imágenes trampa cuando cierro los ojos cada noche, los muy canallas.

Digno de estudio también, es el caso de la chica que tenía ayer al lado tomando café en la barra de un bar, que debía tener los fotorreceptores en modo disfuncional catódico, porque le espetó tan ancha a su compañera: «Vaya un día se ha puesto hoy, no apetece hacer nada, sólo quedarte en casa… viendo Sálvame» ¡Apaga y vámonos! En serio: apaga y vámonos.

23 octubre y Día del mol: la unidad con que se mide la cantidad de sustancia… Buenos días!!

12.09.2013

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Después de tantos descalientos de trasplantes y riegos, mis plantas… han muerto. Como en el chiste: ni mejoda ni mejodadá, pero mucho más triste. Han fallecido de andamio; los andamios impiden que les llegue la luz y, con la tontería de la fotosíntesis, para que queremos más: muertas por oscuridad. Así de crudo. Y aunque procuro quitarle hierro al asunto -que ya no tengo edad de dramatizar- lo cierto es que me da mucha pena ver sus hojas lánguidas a las que no puedo ayudar.

Así es que ayer decidí quitarme la tristeza a golpe de superficialidad y me compré en el Lidl plantas nuevas que cuidar. Lo curioso es que lo que compré no sabía ni que existía: es una especie de semillero negro herméticamente cerrado al que no llega ni el aire ni la luz pero en el que, por lo visto, puede vivir la albahaca que está dentro hasta enero de 2015 ¡Toma ya! Por supuesto la voy a guardar en un cajón de la cocina hasta que la obra de mi edificio sea historia, porque si la sigo viendo por medio no voy a poder resistirme a abrirla… Y si la albahaca no está? Pensáis que el Lidl me devolverá la pasta dentro de año y medio? Es más, y si lo abro y meto dentro mi hierbabuena y mi planta del dinero…sobrevivirán?

Jamás pensé que la horticultura casera fuera a darme tanto en qué pensar!!

Jueves. Algo tarde, quizá; pero a nosotros aún nos llega la luz… Buenos días!!

20.05.2013

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Me admira y maravilla que algunas personas encuentren una vía de relajación en el cuidado de las flores y plantas del hogar. No me malinterpretéis, siempre he tenido una relación muy positiva con el reino de los fotosintéticos, pero es que -por tradición familiar- lo mío es más bien la horticultura y los frutales, esto es: plantas que, además de embellecer el paisaje, se comen. Debe cosa del instinto de supervivencia…

El caso es que vivía yo tan feliz con dos hermosos helechos que me adornaban el rincón sin procurarme ningún descaliento -los de tela no precisan de aguas ni podas para subsistir- cuándo llegó mi cumpleaños y un amigo (de cuya buena intención jamás podría dudar) me regaló una planta, pero una planta de verdad. ¡! Un ser vivo, verde e indefenso que me mira acusador desde la mesita del salón por que, por muy de interior que sea, pocas matas he visto yo en las cuevas, de lo que se deduce que algo de luz le debo facilitar ¡! Para más INRI, no es una planta cualquiera, si no una plectranthus (comúnmente conocida como planta del dinero ¡del dinero!), por lo que a mi miedo cerval de provocar un genocidio vegetal se añade el de que, al hacerlo, me quede con una mano delante y otra detrás… Vamos, que no descanso de la preocupación; me paso el día arrimando el tiesto a la ventana, preguntándole si se encuentra bien y metiéndole el dedo en salve sea la parte para intentar averiguar el nivel de humedad y, cosa rara, la tierra siempre está mojada, que ya empiezo a pensar si no será mi dedo el que suda de la tensión!!

Total, que hoy que es 20 de mayo voy a hacer un ejercicio de paz mental anti-verde celebrando el Día Europeo del Mar, ese infinito de quietud azul donde ninguna planta terrestre se muere… pues tampoco puede vivir. Lunes. Buenos días…