otoño

02.09.2016

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Y así, sin más ruido que el de cuatro gotas de lluvia que han sonado poco pero dicho bastante, ha llegado septiembre.

 

Viene, como siempre, con la amenaza velada de traer el otoño entre sus pliegues. Y me ha cogido por sorpresa, a pesar de tenerlo vigilado, a pesar de usar el calendario como una herramienta de trabajo.

 

Pero suele pasarme. Conservo intacta la ilusión veraniega porque la vuelta me ha dejado en el punto de partida aunque en el lado más vacío del reloj de arena, con el estío escapándose grano a grano. Total, cambio de año emocional pero por lo visto no cambio nada más…

 

A ver, que el agua fluye y mi vida también es uno de esos ríos que van a dar al mar -que diría el poeta- y tal. Y los cambios se van produciendo, por supuesto, pero con su propia cadencia, sin coincidir necesariamente con el calendario escolar.

 

Así, ayer sentía cómo el engranaje de la cotidianeidad me atrapaba sin escapatoria. Vuelvo a ir a nadar. Vuelvo a atar los devaneos mentales con cuerda corta. Vuelvo a caer en mis propias marañas. Vuelvo a desear pecar. Vuelvo a subir, vuelvo a bajar. Vuelvo a una vida que no es rutinaria pero me lo parece por ser conocida, por ser la mía.

 

Una vez más necesito escribir y dejar en puntos suspensivos lo que no quiero hacer verbo, porque -en realidad, casi siempre- pocas palabras no bastan y, como estamos a principio de curso, me doy el lujo de dilapidarlas…

 

Viernes… pero septiembre. Buenos días!

07.10.2015

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Probablemente, si viviera en Tarifa o en Lanzarote no pensaría lo mismo pero, desde un Madrid dónde viene de tiempo en tiempo, me gusta el viento.

 

Bien es verdad que te deja los pelos cual niña del Exorcista y que te obliga a llevar gafas porque los ojos se llenan de arena y otras sustancias sin clasificar, pero siempre me ha dado la impresión de que te hincha el espíritu además de la falda y que abre un camino por el que la mente tiende a volar. Y a la mía con cualquier pequeña excusa le basta, quizá porque…

 

Lo mío son las rachas de viento que te levantan el vuelo de la falda y una sonrisa. Los trenes que se deslizan entre los pensamientos líquidos de la noche. El plasma de luces blancas y rojas que transportan el monóxido de carbono al asfalto. Lo mío es dejar ir la vista por ese río.

 

Los atardeceres templados. Los últimos rayos de sol que arrancan reflejos dorados. Una mañana de primavera en el campo; una tarde de otoño paseando.

 

Y perderme en ritmos que retumban allá lejos, que viajan hasta mi estomago según entran por las orejas. Y hacer una historia con palabras que vuelan; cargada siempre de un cazamariposas para recogerlas.

 

Lo mío siempre ha sido disfrutar con la vista, con el oído, con el tacto… con todos los sentidos. A veces incluso con los sinsentidos. Porque parte de lo que me rodea son engranajes que no acaban de ajustarse. Piezas de una mecánica disonante; que cumplen a pesar de ello su misión en esa función que es vivir; vivir de esta manera.

 

La noche y el día. El pensamiento y la acción. El dulce y la sal. Volar y nadar. La guerra y la paz. Pasar corriendo y sentarse a observar. Lo mío, que me lío, siempre han sido los contrastes. Y con eso me voy a quedar.

 

Para el viento, vuelve el sol. El sol también me gusta. Buenos días!

22.09.2014

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Mi madre lo dice mucho: lo más inteligente (y lo más diabólico) es ir dejando que la rana se vaya cociendo poco a poco. No escaldarla de golpe, que se asustaría y abandonaría el caldero de un salto.

 

Y me temo que el cambio ya ha comenzado. Sutilmente al principio, pero sin retorno ya. Primero cayó una hoja, al día siguiente fueron dos… Después vino una tormenta, de la que el termómetro no se recuperó. Fuimos dejando los tirantes tirados en el armario y paseando de nuevo chaqueta y pantalón.

 

El otoño nos acechaba quedamente desde el recodo de este mes en el calendario y esta noche, por fin, se instalará entre nosotros.

 

Y lo que me duele no es esta estación de colores intensos y vientos perfumados, lo que me lastra es saber que, como en el libro de Martin, se acerca el invierno. Me pesan los minutos de luz que cada día se van esfumando, me escuece la distancia que nos separa del próximo verano. Hoy me mata saber que cada primavera florece,  pero un poco menos y que cada equinoccio seca una rama más de mi propio árbol… Aunque mañana estos pensamientos se los lleve también un viento frío de otoño.

 

Lunes, buenos días.

02.10.2013

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Esta mañana he sufrido un caso agudo y repentino de bloqueo de armario. ¿Que qué es? Pues una afección femenina (no es que afecte a todas las mujeres, pero la mayoría la hemos padecido en alguna ocasión y, aunque se han consignado algunos casos en hombres, la mayoría ellos son genéticamente inmunes a sus brotes; de ahí lo de femenina) que te imposibilita la toma de decisiones en cuanto a vestuario se refiere, de tal manera que no puedes vestirte porque no tienes ni pajolera idea de qué ponerte.

Habitualmente cursa con síntomas de observación intensa del interior del armario con cara a cuadros y/o de pánfila. Suele afectar también al sector zapatero, de tal manera que, cuando parece que ya se han pasado sus efectos y has conseguido sumar dos y dos en cuanto a prendas se refiere, te das cuenta de que la suma no te cuadra con el calzado, con lo que la enfermedad se vuelve a manifestar con intensidad renovada.

Suele ser frecuente en los cambios de estación, aunque no está demostrada su correlación con los síntomas gripales que aparecen también en esa época del año.

Pero lo realmente grave de ésta patología es que carece de cura; tienes que rendirte a que el tiempo pase inexorable y se te haga tarde y, sólo en ese momento, logras superarla con gran desasosiego. En ocasiones funciona como remedio paliativo darse dos o tres cabezazos contra la pared para despejar el bloqueo pero, desgraciadamente, hoy celebramos el Día Internacional de la No Violencia por Resolución 61/271 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, por lo que me he visto obligada a soportarla hasta sus últimas consecuencias.

Espero que no sea contagioso. Miércoles. Buenos días!!

27.09.2013

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Después de pasarme una nochecita de aúpa robando en unos grandes almacenes forros polares y provisiones para huir al monte y así escapar de los invasores que dominan la tierra, me he despertado absolutamente trastornada, empeñada en que mi despertador era táctil y cabreada porque no se apagaba al tocar la pantalla… Vamos, que he estado un rato en ese limbo que separa el sueño de la realidad, másperdida que una docena de japoneses en el Museo del Jamón.

Pero la pesadilla ha llegado cuando he consultado la página del AEMET: lo que nos van a invadir son unas nubes más negras que el carbón que bombardearán rayos, truenos y centellas; al termómetro le va a explotar la burbuja inmobiliaria (digo otoñal) en plena cara y a mi me va a obligar a pensar con qué me vestía yo cuando no andaba cada día en sandalia y pierna al aire. Y todo esto, aprovechando que es fin de semana. ¡Venga ya! ¿Qué atracción fatal sienten las borrascas por los sábados? ¡Pues menos mal que nos tocaba el veranillo de San Miguel! Y para más INRI se celebra hoy el Día Mundial del Turismo ¡!

Menos mal que Google celebra su cumpleaños con caramelos a golpe de piñata… Viernes, buenos días y, si podéis, buen fin de semana.

23.09.2013

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Cualquiera diría que estamos al inicio del verano por las temperaturas tan agradables que nos acompañan. Pero no es así y se nota. Se nota en las uñas de los pies. Si os fijáis la mayoría de las mujeres que llevan sandalias tienen el esmalte de las uñas de los pies descacarillado, como aquella que sabe que en cuatro días va a llevar la bota puesta.

El caso es que el otoño se nos presentó anoche a cenar casi a hurtadillas, pero viene para quedarse; en concreto, 89 días y 20 horas de pisar hojas secas, asar castañas y calabazas y cosechar girasoles, con los días recortándose a ojos vista y las noches dominadas por la vista de Venus y Saturno. Y aunque estéticamente es mi estación favorita, la perspectiva del termómetro cayendo a la par que las hojas no se me hace nada agradable…

Haremos lo del refrán: al mal tiempo, buena cara; que para eso hoy es el Día Mundial de la Sonrisa; aunque no especifican si es de la horizontal o de la vertical… Afortunadamente no preciso de ningún taller de risoterapia de esos tan en boga para mantener sano el sentido del humor y siempre estoy -de un modo u otro- sonriendo. Así es que -ya sabéis- si alguien de repente me ve seria, es que no me está viendo entera…

Lunes. Empieza la semana! Buenos días!!

09.09.2013

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A juzgar por la temperatura de esta mañana, el verano ya es historia. Este verano esquivo que se ha quedado con nosotros lo que una visita de compromiso; le costó llegar y estaba deseando irse y en la primera oportunidad ha emigrado cual cigüeña (de aquellas que emigraban, digo; porque ahora ya no gustan del cambio de latitudes). Y aquí nos ha dejado con el otoño asomando por los vientos fríos y las mochilas nuevas… Esos niños, angelitos… Desde luego, si fuera un hijo mío el que volvía hoy al cole, habría ido con su gorrito y su forro polar y no con mis sandalias, que he llegado a la oficina a punto de perder los meñiques por congelación, como si fuese la sucesora de Juanito Oiarzabal ¡!

Si me oye mi madre me dice que soy una exagerada; que eso es ‘el fresquito’ de la mañana. Pero es que su fresquito de la mañana comprende temperaturas de entre -2 y 15 grados y por ahí no paso. Yo, en este caso (y prácticamente sólo en este caso) estoy con la mayoría: si la mayoría de las chavalas en short tiemblan y tienen las piernas azuladas, si la mayoría de los que esperan el autobús no para de estornudar y abrazarse a sí mismos y si la mayoría llevamos los pelos (y lo que no lo son, que bendito Dios el que inventó el sujetador con cazuelas) como escarpias… por algo será, no? Y aunque a estas horas el sol ya ha tendido su red de ilusión, no nos engañemos: hay que sacar el edredón.

Lunes. Tengo frío, tengo sueño, tengo las manos destrozadas y una rodilla magullada… Lunes. Buenos días!!